La disciplina es un tema que siempre se encuentra presente en la vida de todos los padres de familia. Diariamente tenemos que lidiar con ciertas conductas o comportamientos de nuestros hijos, que requieren de nuestra guía o acompañamiento. Sin embargo, puede ser un tema complicado, ya que constantemente surgen interrogantes como… ¿Lo estaré haciendo bien? ¿Esta será la mejor manera de educar a mis hijos?
Primero que nada, tenemos que recordar que, como todo en esta vida, no existe sólo un camino correcto. La manera en la que disciplinamos a nuestros hijos dependerá mucho de nuestra personalidad, nuestro contexto y nuestras creencias. Pero siempre es bueno estar informándonos acerca de propuestas o métodos que pueden ayudarnos a realizarlo de una manera más eficiente.
En este artículo hablaremos acerca de un tema muy específico, dentro de la disciplina positiva en la familia, que son las consecuencias.
Usualmente escuchamos este término, y pensamos que es un sinónimo de castigo, pero es totalmente lo contrario. Encontramos en las consecuencias, tres características principales:
- No son castigos
- Son naturales y lógicas
- Tienen relación con la regla
El castigo es una forma de retribución, su meta es que quien violó la norma, pague por su mal comportamiento, el temor es el motivador principal. Las consecuencias tienen relación directa con la regla. Son tanto lógicas como materiales y ayudan a quien violó la regla aprenda de esa experiencia. Su intención es instructiva, más que punitiva.
Los castigos detienen el mal comportamiento a corto plazo, pero no tienen efecto en el cambio a largo plazo. Un ejemplo de castigo es una multa por exceso de velocidad, la mayoría de las personas, si recibimos una multa en un lugar que tiene cámaras, la próxima vez bajaremos la velocidad en ese mismo lugar, pero la volveremos a subir ya que sepamos que no hay nadie que nos vea.
Los castigos crean en el niño una regulación externa, que quiere decir que mientras esté la figura que ejerce el castigo (en este caso nosotros como padres) el niño se portará bien, pero cuando no esté esa figura, la conducta regresará a escondidas. Las consecuencias desarrollan en el niño una regulación interna o autorregulación, lo que quiere decir que cuando no esté la persona que normalmente aplica la consecuencia, el niño continuará a portarse de manera adecuada.
Ahora bien, todo esto suena bien en papel, pero ¿cómo podemos aplicar las consecuencias con nuestros hijos? En realidad, requiere un poco de práctica pensar en consecuencias lógicas para los comportamientos de nuestros hijos, pero con un poco de práctica se vuelve más natural. Veamos algunos ejemplos:
Estos son solo algunos ejemplos que sirven para ilustrar la diferencia entre aplicar un castigo y una consecuencia, con base a la conducta que realizó nuestro hijo/a, pero nos daremos cuenta con la práctica que no siempre es fácil encontrar una consecuencia lógica. Sin embargo, es importante no desanimarnos e intentar hacerlo lo más lógica posible, y de acuerdo a la regla, de manera que nuestros hijos/as poco a poco, vayan comprendiendo las consecuencias que tienen sus actos.
*Tomado del libro “Disciplina con Dignidad” de Richard L. Curwin y Allen N. Mendler.