El TDAH es uno de los trastornos neuropsiquiátricos más frecuentes en la infancia, y a pesar de ello, un alto número de niños/as aún no han sido diagnosticados; limitándonos a etiquetarlos como berrinchudos, desobedientes o groseros.
Independientemente de si como padre, posee o no la certeza de que su hijo/a reúne los criterios de TDAH, pero sus conductas son consideras como inapropiadas en casa, en la escuela o aquéllos lugares en los que se desenvuelve, algunas de las siguientes sugerencias podrán serle de ayuda:
- Identificar y registrar las conductas “inadecuadas” que muestra su hijo/a, la frecuencia y la severidad con que éstas ocurren.
- Acercarse a la institución educativa de su niño/a e investigar sí los comportamientos observados (por la mamá o el papá) se repiten dentro o fuera del salón de clase.
- Indagar si las conductas referidas por la escuela repercuten en su rendimiento académico, en sus estados de ánimo y en las relaciones con las demás personas (incluyendo pares y adultos).
- Una vez recabada la información se sugiere acudir con un profesional de la salud para que él determine conforme a la información que se le proporcione y a una evaluación exhaustiva sí su hijo/a reúne los criterios diagnósticos de TDAH.
- Hay que escuchar las propuestas de tratamiento (farmacológico y psicoterapéutico) que existen para el control de dicho trastorno. Recalcando que sólo los padres decidirán cuál será el paso a seguir; ya que a pesar de que el manejo con fármacos es conveniente en la mayoría de los niños/as con TDAH todavía algunos papás rechazan éstos por temor a que su hijo/a se habitúe al considerarlos una “droga” y/o por creer que la gravedad del TDAH es mucho menor; entre otras. Independientemente de la decisión es preciso mencionar que algunos expertos aseguran que la medicación previene de posibles adicciones y de conductas disruptivas a futuro, al ayudar en el control de la impulsividad del niño/a con TDAH.
- Finalmente, y no menos importante, respecto al tratamiento psicológico se propone la terapia cognitivo-conductual, que está enfocada: en el niño/a, en los padres y en la escuela; recurriendo a técnicas de autocontrol, resolución de problemas y auto-instrucciones en el caso del menor. Además de “entrenar” tanto a papás como a profesionales de la educación en el tema del TDAH y brindarles algunas estrategias para tener mejores relaciones interpersonales.
En la experiencia de convivir con personas con TDAH lo importante no radica en asignarle una “etiqueta” al niño/a que justifique sus conductas, al contrario, lo que verdaderamente le abona a esto es que ahora él o ella comprenderán paulatinamente y gracias a la terapia el por qué de algunos de sus comportamientos y buscarán soluciones.
Cabe enfatizar que en este proceso -como mamá o papá- no está solo, ya que cuenta con el apoyo del personal de la institución educativa de su niño/a (profesores, pedagogos), así como de los profesionales de la salud que intervienen en el tratamiento de su menor.
El sensibilizar a la escuela, a la familia, así como a las personas que forman parte del entorno de su hijo/a le facilitarán a éste mejorar no sólo su desempeño escolar; sino también sus relaciones interpersonales; vitales para alcanzar inteligencia emocional.