Beneficios de la lengua de signos para mi hijo sordo

En el fondo da igual que el diálogo entre madre e hijo sea a través del habla o a través de la seña: lo que importa es su propósito comunicativo” .

En nuestro país, existen niños y niñas con discapacidad auditiva o sordos (por diferentes causas y profundidad) que muestran un “rezago” en uno o varios ámbitos de su vida: familiar, educativo, laboral, personal o sociocultural.

Quizá, esto se debe a que en nuestro país tanto, el bilingüismo (saber la Lengua de signos y la Lengua oral), y el biculturalismo (habla de conocer la cultura del sordo y la de personas oyentes) no se han promovido en la forma; ni mucho menos en la edad idónea en la que el menor sordo/a aprendería la Lengua de Signos Mexicana, la cual fue creada para ellos, y por ellos, por considerarse el mejor instrumento de acceso a la información que éste requiere para cubrir todas sus necesidades en las diferentes etapas de su vida.

Ésta, es una decisión que continúa generando conflicto o mejor dicho controversia entre  los padres de familias oyentes que tienen hijo/a sordo/a; pues generalmente se enfocan en el proceso de rehabilitación para que él o ella hablen y sean parte de la cultura del oyente, olvidándose del respeto y de ejercer los Derechos de los niños y niñas, así como el de las Personas con Discapacidad.

Es natural que la sordera en un hijo/a, cause un impacto no sólo en los progenitores del chiquito con discapacidad auditiva, sino en la familia en general, incluyéndolo a éste, -sobre todo en el caso de padres oyentes-, la cual se manifiesta como angustia ante la falta de respuesta emocional por parte de sus figuras de apego; que de no cubrirse en tiempo y forma traerá como consecuencia a futuro vivencias de inseguridad y desamparo.

Es importantísimo recordar que un menor sordo/a es ante TODO UN NIÑO VISUAL, por lo que la comunicación se basará en gestos y cercanía (sobre todo sí la discapacidad se presenta desde el nacimiento) y no oral.

La decisión de enseñar o no a un pequeño sordo la Lengua de Signos desde la edad temprana es decisión única y exclusivamente de los padres de éste. E objetivo de este artículo es destacar las ventajas que tiene el promover oportunamente una aproximación al conocimiento por medio de un sistema bilingüe y bicultural por los beneficios que a continuación se enlistan:

  • Los signos le permiten al niño/a sordo/a traducir las experiencias que le rodean a un sistema de representaciones o imágenes mentales, haciendo presente lo que está ausente.
  • El hacerse entender disminuirán conductas de: angustia, caprichos, tristeza, impulsividad, inhibiciones para comer, dificultades para dormir (estas dos últimas respuestas disimuladoras de depresión en casos graves) o rasgos autistas.
  • La Lengua de signos al igual que la oral tendrá sus etapas de “balbuceo” y poco a poco el “chiquito”, y de forma NATURAL adquirirá ésta como ocurre con el lenguaje oral.
  • Los signos son tan accesibles para los niños y niñas sordos desde edades muy tempranas por lo que resultan EXCELENTES ALIADOS.
  • Los menores que adquieren la Lengua de Signos, y posteriormente aprenden la Lengua oral muestran mayor estabilidad emocional, mejores relaciones interpersonales, adecuado desarrollo personal y por ende adecuado bienestar físico; lo cual se refleja en sus habilidades sociales, intelectuales y de inclusión en los ámbitos que conforman su vida.
  • La Lengua de signos le facilita el relacionarse consigo mismo, entenderse, valorarse, disfrutar de su lengua, su cultura, favoreciendo con ello la comprensión de su “ser- en-el mundo”; con el fin de que la niña y el niño sordo construyan su identidad personal y social.
  • También, le permite reconocen sus capacidades y limitaciones, apreciando la “diferencia” como un rasgo positivo y de oportunidad.
  • Está demostrado que la Lengua de Signos no perjudica el aprendizaje y comprensión de la Lengua oral, al contrario, SE COMPLEMENTAN POSITIVAMENTE.

Una vez presentadas, sólo algunas de las ventajas de un enfoque bilingüe y bicultural en un menor con sordera dentro del núcleo familiar, ayudará a que no se tema enseñar la Lengua de Signos, sino que se promueva en las instituciones educativas, en los espacios de trabajo, de esparcimiento y recreación de nuestro entorno, con el fin de contribuir paulatinamente a un cambio de cultura hacia la inclusión de personas sordas, ya que como lo afirma Hilde Schlesinger (1972):

En el fondo da igual que el diálogo entre madre e hijo sea a través del habla o a través de la seña: lo que importa es su propósito comunicativo”.

FerS

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