En mí experiencia con niños de 4 años, cada vez me doy cuenta de lo que estamos haciendo como padres para ellos o por ellos. Me encuentro con niños que se nota que son criados por personas que hacen quehaceres domésticos en su casa y también con niños que se nota el cuidado de mamá, que a veces es de sobremanera. No sé cuál está peor, si la sobreprotección que no deja respirar al niño o el abandono que le priva del cariño de mamá.
Por un lado existen mamás que hacen todo por no compartir tiempo con su hijo. Van de un lugar a otro sin sus hijos, o si van con ellos se llevan a la empleada doméstica para que los entretenga mientras. Me pongo a pensar en el tiempo de calidad que los hijos necesitan con sus padres, no nada más es tener hijos y que alguien se haga cargo de ellos. De quien más aprenden es de sus cuidadores, y sólo se aprende en convivencia. Qué queremos que aprendan y de quién. Qué les damos y qué les regateamos.
Y por otro lado me frustra el ver cómo se nota cuando una mamá hace todo por su hijo, TODO, desde ponerle y quitarle la ropa, darle de comer en la boca, lavarle las manos, bañarlo, entre otras cosas que yo no veo mal si se las haces a un bebé que aún no tiene control de su cuerpo, pero a un niño que tiene 4 años que puede, aunque sea intentarlo, me parece demasiado.
Yo, en el trato que tengo día a día, los aliento a hacer cosas por sí solos y que se den cuenta que pueden hacerlo; desde quitarse y ponerse los zapatos y la chamarra, hasta beber sin popote y trabajar individualmente. Esto les crea sentido de independencia y al mismo tiempo incrementa su autovalía al demostrarse que pueden lograr hacer ciertas cosas que mamá a veces no permite si quiera que lo intenten, ya sea para que no se ensucien, para que no hagan desorden o por las prisas.
Como mamá confieso que a veces es difícil el soltarle a mi hijo que haga más cosas solito, como el lavarse los dientes y comer. A veces es más mi trabajo personal tener más paciencia con el desorden y con el tiempo. Creo que es más importante tomarme un respiro y observar cómo lo intenta sin presionarlo por la prisa o por mi obsesión por la limpieza. Hay que respirar y disfrutar su proceso, que al fin y al cabo eso es, una preparación para ser independiente y autosuficiente.