De la convivencia con niños/as y adolescentes tanto en el hogar como en el ámbito educativo, con mayor frecuencia se observa que éstos en sus momentos de esparcimiento optan por reunirse en grupos para compartir alimentos y/o platicar, utilizar aparatos electrónicos, etc.; es decir gran parte del tiempo están hipoactivos o sus actividades son sedentarias… situación que hoy día es muy común, pero poco sano en el sentido estricto de la palabra.
Está demostrado que la actividad física – por sencilla que parezca – logra el desarrollo de un alto número de habilidades y hábitos en los pequeños y jóvenes, sobre todo cuando ésta tiene objetivos claros o algún propósito por parte de los padres de familia o responsables del menor.
Un ejemplo claro de lo afirmado en el párrafo anterior se demuestra en niños/as con diagnóstico de TDAH (Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad en cualquiera de sus “singularidades”) en quienes la práctica de alguna disciplina deportiva – individual o en grupo- apoya a…
- Auto-controlarse
- Tener mayores períodos de concentración (al observar las instrucciones o el modelaje de ciertas actividades por parte del entrenador o sus pares)
- Seguir instrucciones e incluso rutinas
- Adquirir paulatinamente mayor disciplina
- Canalizar emociones “negativas” como: la ira o la agresión
- Desarrollar habilidades sociales en algunos casos (dependiendo de la situación personal)
- Trabajar su psicomotricidad gruesa y fina (que en un alto índice está afectada en menores con TDAH) y alcanzar mayor agilidad o destreza en sus movimientos corporales, y
- Cambiar la bioquímica cerebral, entre otras.
Se mencionaron sólo algunos de los beneficios que obtienen los/las niños/as con TDAH, al realizar actividad física por la experiencia obtenida al convivir con un adolescente con dicho trastorno; pero lo mucho que ésta ayuda a los “pequeños/as” es bien sabido por la población en general, sobre todo si ésta se promueve desde edades tempranas para la formación de hábitos y el desarrollo de habilidades.
Quizá hoy en pleno 2016 algunos padres de familia crean que el practicar algún deporte implique invertir una gran suma de dinero, pero no es así; al contrario el impacto que la actividad física tiene sobre el cuerpo y la bioquímica cerebral de los menores no se compara con el tiempo, ni el dinero que éstos deban invertir – quizá la primera vez – en algunos accesorios deportivos indispensables para llevar a cabo cualquier actividad física sin riesgos.
A continuación se enuncian algunos de los beneficios que la actividad física logra en la salud de los “pequeños/as” y adolescentes, las habilidades y hábitos que se favorecen con ésta; siempre y cuando se practique de forma aeróbica, por un periodo mínimo de 60 minutos al día (podrá llevarse a cabo en dos períodos de 30 minutos dependiendo de la edad y condiciones físicas individuales) y con una intensidad de moderada a vigorosa – según la Organización Mundial de la Salud (OMS) -:
1.- Mejora las funciones cardiorespiratorias, musculares y óseas de quien lo practica
2.- Disminuye – junto a una dieta balanceada – el riesgo de obesidad, diabetes e hipertensión a edad temprana
3.- Favorece la coordinación y control de los movimientos corporales tanto gruesos como finos
4.- Ayuda a la atención (mantenida y/o selectiva) por ende a las habilidades cognoscitivas
5.- Mejora el control de la ansiedad y depresión en niños/as, así como en adolescentes
6.- Fomenta la autoconfianza
7.- Promueve el trabajo colaborativo (dependiendo de la disciplina) incluso en disciplinas individuales
8.- Contribuye a la adopción de comportamientos más saludables (evitando el consumo de sustancias tóxicas como: alcohol, tabaco y otras drogas, así como a desarrollar buenos hábitos dietéticos, con el fin de mantener un adecuado peso corporal)
9.- Aprender normas sociales y adaptarse a ellas
10.- A cambiar la bioquímica cerebral al producir endorfinas (provocar estados placenteros y de felicidad en quien practica actividad física y por ende en su entorno en general)
Por lo anterior se concluye que la práctica de cualquier actividad física desde temprana edad le ofrece grandes beneficios físicos, psicológicos, cognoscitivos y emocionales al niño/a y/o adolescente que la lleve a cabo, sobre todo si ésta se realiza en familia.
Finalmente, el objetivo del presente documento no radica en mostrar nuevos descubrimientos a quienes por naturaleza saben o intuyen qué es lo mejor para sus hijos/as, ya que de lo contrario daríamos crédito a la afirmación hecha por Albert Einstein: “La mente intuitiva es un regalo sagrado y la mente racional es un fiel sirviente. Hemos creado una sociedad que rinde honores al sirviente y ha olvidado al regalo”.