En ocasiones dudo si la forma de educar a mi hijo/a es la correcta

Si bien es cierto que el fin de año es un tiempo idóneo para reflexionar y plantearse nuevos propósitos en el ámbito personal o familiar, en lo que se refiere a la educación de los hijos/as éstos/as no pueden esperar  los 365 días del año para observar y modificar algunas conductas consideradas como “incorrectas”.

Claro está que el cambio nunca será mal recibido por el menor, sobre todo sí éste  beneficia la dinámica familiar y enriquece el autoestima del “pequeño” o adolescente.

Algunos padres –independientemente de la generación en la que fueron criados- se cuestionan sí la forma en que ellos están educando a sus hijos es la correcta, ya que en la actualidad imperan “corrientes”, en las que se permite a los niños/as hacer TODO lo que deseen pues temen “traumarlos”.

Con el fin de sustentar la afirmación anterior se toma en cuenta lo escrito por Vidal Schmill en su obra Disciplina Inteligente:

Firmeza significa estabilidad, fortaleza para poner límites y hacer que se cumplan […] si un padre de familia utiliza un estilo disciplinario en el que exista Benevolencia  (entendiéndose ésta en educación como el conocimiento de las etapas de desarrollo de un niño o de un joven, con el fin de no exigir comportamientos que no le corresponden, a fin de ubicar con mayor precisión lo que sí se puede hacer y esperar de acuerdo con dicha etapa) pero sin límites, no será extraño observar que los hijos presenten algunas de las siguientes reacciones:

  • Dependencia patológica hacia los demás (codependencia).
  • Inmadurez y disparidad entre su edad cronológica y su edad emocional.
  • Tendencia a las adicciones en general.
  • Inutilidad para tomar decisiones y resolver su propia vida.
  • Inadaptación social debido a la imposibilidad para aceptar límites, ni tener tolerancia a la frustración.

Se espera que dichas reacciones sirvan de apoyo a los padres de familia, aunque  lo más importante radica en que como responsable de la educación de un niño/a se observe de forma independiente a cada “pequeño/a” o adolescente y se evalúe si su conducta es resultado de tu estilo de “guiar” a éste/a.

Existen gran variedad de teorías, autores y corrientes psicológicas que proponen estrategias para “formar adecuadamente a los niños/as”; pero lo trascendental de este artículo reside en estar abierto al cambio por pequeño que pueda ser, siempre y cuando influya positivamente en el lector y en las personas que le rodean.

Finalmente, la forma de educar a los hijos/as dependerá de las creencias de cada padre o responsable del “menor”, únicamente se sugiere; formar a los futuros adultos en ASERTIVIDAD, la cual deberá verse como un recurso y un fin al mismo tiempo.

 

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